Carta a Silvia, por la promotoras de Igualdad Efectiva de Murcia.

Querida Silvia, Somos un grupo de mujeres que estamos estudiando un certificado de profesionalidad subvencionado por el Servicio de Empleo y Formación, denominado “Promoción para la  igualdad efectiva de mujeres y hombres” y que finalizará en breve. El día 30 de octubre, asistimos a las jornadas sobre “Violencia obstétrica”, ya que el objetivo que se iba a tratar venía a complementar aún más nuestros conocimientos sobre violencia y otros temas relacionados con la igualdad. No puedes imaginar nuestro agradecimiento personal sobre el tratamiento de este tema, ya que, incluso a nosotras, que ya nos encontramos inmersas en esta problemática, supuso todo un descubrimiento y una tranquilidad del alma el tomar conciencia de nuestra experiencia en esos momentos tan delicados,  de proeza física y emocional y siendo nosotras las responsables silenciadas. Ahí descubrimos que somos muchas quienes hemos sufrido esos desmanes  verbales, la falta de sensibilidad ante nuestra desnudez exhibida sin reparo, ante la desinformación o, sencillamente, no siendo escuchadas.

“ Ahí descubrimos que somos muchas quienes hemos sufrido esos desmanes verbales, la falta de sensibilidad ante nuestra desnudez exhibida sin reparo, ante la desinformación ”

Ahí sentimos como esa soledad tan abismal no era lógica, que “no tuvimos  mala suerte ese día”, no. Es que, hasta en esos momentos, nosotras conseguimos naturalizar y disfrazar nuestro malestar emocional y vilmente dañado, porque no podemos entender que todo ello forma parte de una deshumanización histórica del proceso del parto. La capacidad de reproducir la especie es exclusivamente nuestra, de las mujeres. Y es tan inmenso ese poder como para decir que no fue hasta las primeras sociedades sedentarias, con el inicio de la agricultura y la  domesticación de los animales, cuando empezó a contemplarse alguna noción  de la paternidad (o papel que ejercen los hombres en la reproducción). Entonces, y no antes, surgió la apropiación de la capacidad reproductiva de las mujeres por parte de los hombres de las primeras sociedades, con inventos  como el patrilinaje (preponderancia del linaje masculino a la hora de nombrar la descendencia). ¿Cuántos siglos implica esto de familias formadas  exclusivamente por las mujeres y sus crías? Este fue el principio del despojamiento progresivo de nuestro poder originario.  Luego, la consolidación del patriarcado, con sus infinitas implicaciones de sometimiento y subordinación de las mujeres, se fue volviendo más sofisticado. Una de sus herramientas más socorridas, en la actualidad, es la cosificación  sexual de nuestros cuerpos: cómo nos representan en la publicidad como cuerpos sin cabeza, como vientres sin cabeza, objetos para el placer o la reproducción desposeyéndonos del estatus de individuos con agencia, presentes, empoderados. ¿Cómo reivindicar así nuestra autonomía? En algo de tal relevancia como un parto, lo que más nos desconcierta es la  infantilización. Estamos ante el que es, objetivamente, el proceso humano natural más traumático que hay a nivel físico. Estamos hablando de que el  cuerpo se separa como una placa tectónica, estamos hablando de dolores  inimaginables, estamos hablando de carne viva y de sangre, de la persona que sustenta todo eso. Elementos más propios de una batalla en la que se termina honrando a las guerreras heridas que de una sala de paritorio donde te dicen  “venga, cariñito, que parece que no sabes ni abrir las piernas”. Pero lo que más nos indigna es la torpeza mayúscula, si no la ausencia total,  de acompañamiento en la pérdida de nuestros fetos no nacidos o recién nacidos. Se habla de muchos factores que pueden influir en este despropósito, algunos nada desdeñables como la adhesión ideológica de los profesionales encargados a corrientes religiosas explícita (y perversamente) misóginas como el Opus Dei, pero aquí señalaríamos particularmente una cuestión que no es  sino la suma de todo lo anterior: el tremendo, tremendísimo desprestigio que  padece, como si del mundo al revés se tratase, la experiencia humana mediante la cual venimos al mundo: el parto, que siempre y exclusivamente  protagonizamos las mujeres.

“ Porque si alguien merece santificaciones, somos nosotras y nuestra capacidad exclusiva e intransferible de crear vida”

Ellos no lo van a hacer, así que somos nosotras  las encargadas de re-prestigiarnos, de devolver la cordura a todo esto, la  dimensión que realmente tiene. Porque si alguien merece santificaciones, medallas, cantos, alabanzas y veneración, somos nosotras y nuestra capacidad  exclusiva e intransferible de crear vida. Desde la humildad de nuestras voces, y con la emoción desbordada ante esta  toma de conciencia, queremos nuevamente agradecerte tu sensible y laborioso trabajo, y cuya soledad te ha debido embargar en más de una ocasión, de tu justicia social para nosotras a través de los focos de tu cámara, cómplice  silenciosa de ti. Agradecerte, la consideración más profunda que has mostrado hacia todas las valientes mujeres que llevan y llevaron sus historias cicatrizadas en silencio.  Darte las gracias, además, por la delicadeza y el respeto de todas las ponentes  y participantes del evento, pues en ningún momento se desvirtuó o se atacó a  la profesionalidad, sino que el enfoque se elevó a la voz de las emociones, a  nombrar los mutismos y la tristeza sufrida por un gran porcentaje de nosotras. Entendimos, la voz de alarma, ese reclamo verbal para hacerlo mejor… para hacerlo bien, para que en esos momentos se nos brinde la oportunidad de ser  MUJER. Por último, queríamos hacer referencia a ese “paréntesis” acaecido en el último  momento de tu maravillosa y emocional exposición, en la que las vidas anónimas de esa mujeres cobraron su nombre y su vida a través de ti. Esa  interrupción imprevista, e inesperada nos ofreció aún más el valor de todo cuanto defiendes en nombre de todas. Quiénes estuvimos ahí, hecho que ahora agradezco, nos desveló que aún pretenden callarnos. El efecto, querida  Silvia, fue precisamente todo lo contrario. Nos fuimos con la certeza de que temen nuestras voces, y nos sentimos aún  más orgullosas de ti, de tu espléndida sensibilidad, de tu auténtica y pura  mirada para extraer la esencia sufrida por tantas mujeres, a través de VULNERABLES. Gracias. Begoña, Carmen, M.J., Naim, Claudia, Consa, Patricia, Marcia, Emi, Eugenia, Inma.
Promotorad de Igualdad de Murcia con Silvia Marte

Autora: Júlia Casadevall Vilella

Psicóloga perinatal y activista feminista. Dedico mis horas de trabajo a acompañar a personas con problemática de salud mental y a sus familias pero sobre todo a hacer sensibilización a la comunidad y reducir el estigma asociado. Y siempre con una perspectiva feminista, intentando luchar cada día para visibilizar las desigualdades y sobre todo crear espacios seguros para mujeres, madres, compañeras, porque sola puedes, pero con tus amigas mejor!