Decidir y sobrevivir: el duelo tras un aborto voluntario.

Tomar una decisión a contrarreloj, irrevocable, sin ninguna certeza de nada y sabiendo que lo haces en secreto, con el miedo constante de ser juzgada, rechazada o cuestionada, no es nada fácil.
Si tienes suerte, el personal sanitario te tratará con amabilidad y empatía.
Pero si no, te toparás con alguien que, en lugar de acompañarte, se encargará de abrir más heridas, como si quisiera que cambiaras de conciencia a base de culpa.

Hace dos años decidí interrumpir mi embarazo. Tenía muy claro que no quería ser madre en ese momento, pero eso no hizo la experiencia menos dolorosa.
Primero, mi doctora intentó convencerme de que no lo hiciera, con palabras que aún hoy resuenan en mi cabeza. Después, en la clínica abortiva, me encontré con una frialdad tremenda; incluso me hicieron ver la ecografía sin pedirme permiso. No recuerdo ni un gesto amable hasta que desperté de la anestesia.
Me sentía como un corderito llevado directo al matadero. Nunca olvidaré la expresión seria, casi enfadada, de una enfermera mientras me zarandeaba y abría las piernas para colocarme en el potro.
Los días que vinieron después fueron devastadores. Sentía como si me hubieran arrancado un pedazo de mí, a pesar de haber tomado una decisión consciente. No dormía, apenas comía, y sentía que me estaba volviendo loca. Las imágenes de la ecografía, las palabras de la doctora y las sensaciones físicas de ese día no dejaban de repetirse en mi cabeza.
En mi revisión expliqué cómo me sentía. La solución que me ofrecieron fue diagnosticarme con depresión, recetar medicación y ponerme en una lista de espera para salud mental.
Ni siquiera ahí encontré apoyo.
Fui rechazada por mi psicólogo e incluso me vi obligada a abandonar una formación que estaba realizando porque las propias terapeutas me juzgaban continuamente. Fue entonces, en plena desesperación, cuando empecé a compartir cómo me sentía y descubrí que lo que me pasaba no era un caso aislado. Había muchas mujeres viviendo lo mismo, en silencio.

“ Interrumpir un embarazo te enfrenta a un duelo innombrable.
Hace tambalear todo tu sistema de creencias.

Interrumpir un embarazo te enfrenta a un duelo innombrable. Hace tambalear todo tu sistema de creencias y te enfrenta a un sinfín de preguntas existenciales entre la vida y la muerte para las que no tenemos respuestas.
Lo peor es que muchas de las cosas que sufrimos no son accidentes o descuidos. Obligarte a escuchar el latido del corazón, mostrarte una ecografía sin pedir permiso, aplicar anestesia local en vez de general para que presencies el procedimiento, o no explicarte cómo será el sangrado en casa, son decisiones conscientes. Eso también es violencia obstétrica, y tenemos que hablar de ello.
Durante un tiempo llegué a pensar que había tomado una mala decisión, como si eso me mereciera todo lo que vino después. Pero eso sería dar por hecho que continuar con ese embarazo habría dolido menos.

“ Acompaño a mujeres que han interrumpido un embarazo para que puedan transitar su duelo en un espacio seguro, sin juicio.

Hoy soy acompañante de duelo gestacional. Acompaño a mujeres que han interrumpido un embarazo para que puedan transitar su duelo en un espacio seguro, sin juicio. Doy lo que a mí me hubiera gustado tener. Valido, escucho, sostengo y guío en un viaje de vuelta al amor hacia una misma.
Si estás leyendo esto y has pasado por algo similar, te abrazo, no estás sola.
Mi intención no es hacer cambiar de opinión a nadie.
Visibilizo lo que muchas vivimos para que, estando a favor o no, se respete la decisión de todas por igual.
¿Por qué una decisión tan personal y difícil como interrumpir un embarazo se convierte en un campo de batalla donde las mujeres siempre pierden

Autora: Dámaris Pérez

Dámaris acompaña a mujeres que han vivido un aborto, ya sea voluntario o natural,  ofreciéndoles un espacio seguro de escucha y comprensión. A través de un servicio personalizado y una visión integral, las ayuda a superar la soledad y la culpa, para que puedan recuperar la ilusión por vivir o por gestar una nueva vida.