Endometriosis: feminismo o barbarie

Mi nombre es Rocío y tengo endometriosis. O quizás seria mejor presentarme así: me llamo Rocío, soy feminista y tengo endometriosis. Puede que resulte sorprendente esta forma de presentarme. ¿Acaso la endometriosis es lo que me define? ¿Quizás el feminismo? Un no rotundo, en ambos casos; sin embargo, ambas realidades me atraviesan, conviven.
Y no habría sobrevivido a la primera sin el segundo.

Para entendernos, la endometriosis es una putada. Es una enfermedad que se prodiga como un cáncer, pero sin tener la consideración social, la comprensión o la investigación que sí acompañan al cáncer.

Para entendernos, la endometriosis es una putada. Es una enfermedad que se prodiga como un cáncer, pero sin tener la consideración social”

La endometriosis sucede cuando parte del tejido endometrial aparece, se genera o se deposita fuera del útero, en otros órganos de nuestro cuerpo. Cuando, durante la fase menstrual de nuestro ciclo, el endometrio se inflama, esto produce dolor. En marzo, mes de la mujer, luchamos también por dar visibilidad, a nivel internacional, a la endometriosis (https://endomarch.org), así que seria genial si siguieras leyendo.

Así es. Una vez al mes, todos los meses, esta enfermedad produce dolor. Como mínimo. Un dolor incapacitante, recurrente, que no te permite desarrollar tu vida con normalidad y que puede llegar a generar otras patologías: problemas digestivos (crónicos), cardiológicos, respiratorios, y por supuesto, en una amplia mayoría de los casos, infertilidad.


Se estima que la endometriosis afecta a 1 de cada 10 mujeres en el mundo. Más que la epilepsia, el asma y la diabetes juntas. Y de ellas sí que has oído hablar, ¿Verdad? Pero la endometriosis, al contrario que las anteriores, no afecta a la mitad de la población mundial, los hombres.

Por ello, ni es tan famosa, ni tan estudiada.

Ahora, vuelve a leer el párrafo anterior. Recuerda, 1 de cada 10. ¿Conoces a 10 mujeres o más? Conoces a una paciente de endometriosis. Conoces a una mujer que no puede vivir con normalidad. Conoces a una mujer que aún no ha sido diagnosticada, o ha tardado de media 10 años en escuchar estas palabras: “lo que tú tienes es endometriosis”.

Obra de Rocío Alarcón Rasero

Ahora, retrocede un poco más; a mis primeras palabras: “tengo endometriosis y soy feminista”.

¿Entendemos por qué no podría sobrellevar la endometriosis sin el feminismo? Porque, cuando tienes endometriosis, y, pese a todo, ganas de vivir, te quedan dos opciones: quemar contenedores o apoyarte en el feminismo y batallar. La endometriosis interseccional con tantas violencias que, sistemáticamente, el patriarcado ejerce sobre nosotras, que voy a dejarlas (casi) todas a un lado para centrarme en una sola: la Violencia Obstétrica (VO, en adelante).

La V.O. se ejerce de manera sistemática sobre las mujeres que sufren de endometriosis. Desde el primer momento, desde la consulta de atención primaria, cuando el tratamiento para “tu simple dolor de regla” es paracetamol y menos cuento.

No presupongo maldad al personal sanitario, sino un enorme desconocimiento. Lagunas formativas derivadas del hecho de que la diferencia de género no sea tenida en cuenta en medicina, lagunas que solo se entienden cuando recordamos que vivimos insertas en un sistema hetero patriarcal, en el cual el hombre es la medida de todas las cosas, y se reduce a la mujer al papel de reproductora, fisiológica y cultural, de la humanidad.


Ignorar los síntomas de una mujer que enferma una vez al mes, es violencia. Decirle que no tiene nada, que está estresada, o que se lo inventa, es violencia. Dirigirse a cualquier otra persona que la acompañe a consulta en lugar de a ella misma, es violencia. No explicarle en qué consiste la endometriosis cuando se le entrega, por fin, este diagnóstico, es violencia. No presentarle opciones de tratamiento, no permitirle escoger cómo quiere convivir con su enfermedad, es violencia. Decirle a una mujer de 24 años, recién diagnosticada de endometriosis, que vas a realizarle una histerectomía total y que no piense siquiera en ser madre, es violencia.

“Ignorar los síntomas de una mujer que enferma una vez al mes, es violencia. Decirle que no tiene nada, que está estresada, o que se lo inventa, es violencia.” 

Suerte que la Rocío histérica, en lugar de quemar contenedores, se apoyó en sus amigas, en otras mujeres, en una red de cuidados. Suerte que la Rocío histérica ya era feminista, y que decidió serlo aún más cada día, y denunciar, combatir la V.O. Suerte para mí, la primera, que he aprendido a vivir sin culpa mi endometriosis; que he conocido, gracias a ella, a mujeres increíbles, y que he gozado aún más del apoyo y amor de otras que ya estaban en mi vida.


Y suerte, por qué no decirlo, para ti, que estás leyendo esto y que ahora sabes, aunque quizás pronto lo olvides, un poco más sobre una enfermedad tan común que hiere; suerte para las mujeres que te rodean, si ahora eres capaz de comprenderlas un poco mejor, de no ser partícipe de la violencia que sufren; suerte, si te reconoces en estos síntomas y te he ahorrado algunos años de diagnóstico.

Quizás, hasta te he ahorrado quemar algún contenedor.


Autora: Rocío Alarcón Rasero

Politóloga, feminista y paciente de endometriosis.
La endometriosis y la maternidad han reforzado mi identidad feminista, mientras otros aspectos de mi identidad hacen malabares. Coleccionista, friki, apasionada lectora y artista aficionada, y ahora colaboradora del Proyecto Vulnerables.